El mundo del entrenamiento deportivo no ha sido ajeno a los numerosos cambios que ha traído consigo el siglo XXI. Así, por ejemplo, el deportista de toda la vida que salía a correr ahora se denomina “runner”, mientras que los gimnasios se conocen como “centros de fitness” en los que año tras año aparecen nuevas tendencias de entrenamiento, que no son más que los programas de ejercicio físico de toda la vida aderezados con materiales llamativos o ejecutados bajo diferentes ritmos musicales. De entre esta vorágine de novedosos regímenes de entrenamiento, ha surgido con gran fuerza el HIIT, cuyas siglas en inglés hacen referencia al entrenamiento intervalado de alta intensidad.
El entrenamiento intervalado (o interválico) es un método que ya se aplicaba en la década de los 60 del pasado siglo y que consistía en correr una distancia determinada una serie de veces intercalando descansos. Estos descansos posibilitaban ejercitarse con cierta intensidad, merced a las recuperaciones que los mismos permitían. El HIIT es un método que parte de la base de que una de las principales dificultades que tienen las personas para realizar deporte es la falta de tiempo.
Teniendo en cuenta esta premisa, este método se basa en intercalar ejercicios realizados a gran intensidad y de muy breve duración con pausas que permitan una mínima recuperación para encarar de nuevo este tipo de esfuerzos. Así, con sesiones de relativa corta duración (20-30 minutos), basadas en el alto rendimiento deportivo, se obtienen mejoras similares, o en algunos casos superiores, a entrenamientos de mayor duración y menor intensidad (como, por ejemplo, la carrera continua de toda la vida).
HIIT y Esclerosis Múltiple
La evidencia científica ha demostrado que el HIIT tiene efectos beneficiosos en personas con padecimientos metabólicos (obesidad, hipertensión) y cardiovasculares, por lo que su práctica se ha ido extendiendo a otras patologías. En el caso de la Esclerosis Múltiple (EM), el número de investigaciones que han analizado los efectos del HIIT no es muy abundante, pero sus resultados han aportado datos interesantes (1).
- En primer lugar, este tipo de entrenamiento parece ser factible solo para personas con un grado de afectación leve y, aun así, se han reportado efectos adversos derivados de su práctica.
- En segundo lugar, la mayoría de los estudios coinciden en señalar que el principal beneficio del HIIT es una mejora de la forma física, quedando por confirmar cuál es su verdadero impacto en aquellos aspectos más relevantes que la enfermedad provoca, como puede ser la fatiga o la calidad de vida.
Finalmente, hay que considerar dos aspectos fundamentales. Por un lado, los programas de HIIT estudiados han sido realizados en su mayoría en situaciones controladas (por ejemplo, en laboratorio) y con aparatos para pedalear con brazos (regomoergómetro) o con piernas (cicloergómetro), situaciones que se suelen alejar de la realidad cotidiana las personas con EM. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la Esclerosis Múltiple no afecta a todo el mundo por igual, e incluso, en una misma persona no todos los días son iguales. Esto dificulta enormemente calcular cuál es el verdadero “tope” o máximo nivel de esfuerzo sobre el que determinar a qué intensidad debieran realizarse los ejercicios del HIIT (2). Es más, se hace muy poco probable que durante los ejercicios se pueda alcanzar el nivel de esfuerzo necesario para que el entrenamiento pueda tener los beneficios reportados.
Por tanto, las posibles ventajas de este método, que se resumen en mejoras condicionales logradas en relativamente poco tiempo, son menores si se tienen en cuenta las principales desventajas de ese método, que se presupone debe realizarse de manera individualizada y controlada (lo que implica contratar a un entrenador personal o similar), que no está exenta de efectos adversos, que no garantiza que tenga efectos positivos sobre los principales síntomas que la patología provoca y que no es aconsejable para aquellas personas con un grado de afectación moderado-severo.
Por todos estos motivos, parece más recomendable practicar alguna otra de las diferentes modalidades de ejercicio que se han ido comentado en esta web (baile, natación, yoga, pilates). Sin embargo, si vas a iniciarte en una nueva actividad, recuerda asesorarte con profesionales especializados en Esclerosis Múltiple como los que encontrarás en las asociaciones de pacientes para que te ayuden a adaptar la práctica a tu situación particular.
REFERENCIAS:
- Campbell, E., Coulter, E. H., & Paul, L. (2018). High intensity interval training for people with multiple sclerosis: A systematic review. Multiple Sclerosis and Related Disorders, 24, 55–63. https://doi.org/10.1016/j.msard.2018.06.005.
- Lea Schlagheck, M., Wucherer, A., Rademacher, A., Joisten, N., Proschinger, S., Walzik, D., Bloch, W., Kool, J., Gonzenbach, R., Bansi, J., & Zimmer, P. (2021). VO2peak Response Heterogeneity in Persons with Multiple Sclerosis: To HIIT or Not to HIIT?. International journal of sports medicine, 42(14), 1319–1328. https://doi.org/10.1055/a-1481-8639.
Carlos Ayán. Doctor en CC. De la Actividad Física y el deporte.