La depresión es la enfermedad mental más frecuente en personas con Esclerosis Múltiple (EM), llegando a alcanzar un 50% de prevalencia (1). El impacto del diagnóstico, normalmente a edades muy tempranas, la aparición de algunas limitaciones físicas o la incertidumbre percibida por el curso de la enfermedad, son algunas de las principales causas de la aparición de síntomas depresivos. Pero ¿cómo puedo saber si mi familiar tiene depresión?

La depresión debe ser diagnosticada por un profesional de la salud mental, a quien es importante consultar si detectas en tu familiar con EM algunos de los siguientes signos (2):

  • Gran parte del tiempo se muestra triste.
  • Apenas le interesan actividades que antes sí lo hacían.
  • Puedes observar que su apetito ha cambiado (aumenta o disminuye).
  • Presenta sentimientos de inutilidad o culpa.

A veces puede resultar complejo discriminar algunos síntomas depresivos con otros propios del curso de la Esclerosis Múltiple, como la fatiga, el deterioro cognitivo o el insomnio, y por ello, es importante que un profesional cualificado pueda ayudarte a distinguirlo.

Esclerosis Múltiple y depresión: cómo acompañar

No obstante, además de la ayuda profesional, resulta muy importante el apoyo que la persona con Esclerosis Múltiple y depresión pueda recibir por parte de su entorno. Si tienes un familiar o alguien cercano en estas circunstancias, tal vez te sirvan de orientación estos consejos para ofrecer tu apoyo de un modo eficaz:

Habla con esta persona sobre qué has observado y por qué estás preocupado.

Ofrece tu apoyo directo para cuando le apetezca hablar sobre el tema, pero acepta que puede resultarle complejo y tarde en hacerlo.

Comenta con él o ella que existen diferentes formas de enfocar las situaciones, por duras que sean, y que posiblemente su enfoque esté contribuyendo a su malestar emocional.

Propón algunos planes para hacer juntos que creas que puedan resultarle atractivos.

Ayuda a tu familiar poniendo el foco de atención en aspectos positivos, haciendo alguna observación o apreciación sobre ellos (por ejemplo: “qué amable ha sido el médico” o “qué película más bonita hemos visto”).

Acoge sus emociones cuando las exprese: procura no restar importancia a las cosas que verbalice que le suponen un impacto emocional. Evita comentarios del tipo “qué tontería, eso no es tan importante” o “no tienes que ponerte así”.

Evita ser dogmático dando consejos sobre cómo mejorar su estado de ánimo (por ejemplo: “tú lo que tienes que hacer es salir más con tus amigos”).

Habla siempre con cariño y respeto, a pesar de que su estado de ánimo no le permita a veces hacerlo a él.

Anima a tu familiar a buscar ayuda profesional, es probable que estos síntomas tengan sus raíces en cuestiones que requieren un abordaje por parte de un especialista que conozca la enfermedad. Puedes preguntar en la asociación o fundación de personas con EM más cercana.

Permite que sea lo más autónomo posible: está bien liberar un poco la carga a alguien con depresión, pero mantenerse activo también resulta muy beneficioso para las personas con EM. Ayúdalo si ves que no puede solo, pero procura que esa ayuda no implique el abandono por su parte en dicha actividad.

En conclusión, es frecuente que una persona con Esclerosis Múltiple padezca síntomas depresivos en algún momento del curso de su enfermedad y habitualmente podrán tratarse con terapia psicológica y/o farmacológica si así lo pauta el médico especialista. Que su entorno sepa detectar los síntomas depresivos y pueda acompañarle y ayudarle es muy importante para poder evitar el agravamiento de los mismos.

Referencias:

  1. Marrie, R. A., Reingold, S., Cohen, J., Stuve, O., Trojano, M., Sorensen, P. S., … y Reider, N. (2015). The incidence and prevalence of psychiatric disorders in multiple sclerosis: a systematic review. Multiple Sclerosis Journal, 21(3), 305-317.
  2. Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).

Celia RamosPsicóloga