Es bien sabido que una de las principales consecuencias de la Esclerosis Múltiple (EM) es un descenso en el rendimiento muscular. Esto es, una menor capacidad para generar grandes niveles de fuerza y menor capacidad de realizar movimientos que demandan la producción de fuerza con gran rapidez.
Aunque no existe evidencia definitiva al respecto, este déficit parece deberse más bien a interrupciones en la conexión neuro-muscular que a alteraciones en las propiedades y características de la musculatura de la persona. Actualmente sabemos que la musculatura de las personas con EM puede responder de manera positiva ante el estímulo que supone el entrenamiento de fuerza muscular.
Los estudios al respecto han observado que este tipo de entrenamiento tiene efectos positivos en la actividad neuro-muscular, que se traducen en una mayor capacidad para generar fuerza y que a su vez conllevan principalmente cambios positivos en la autonomía funcional de la persona. En menor medida, también pueden apreciarse cambios en el nivel de fatiga percibida y la calidad de vida.
A la hora de programar el entrenamiento de fuerza, se debe tener en cuenta que no es aconsejable que las personas con EM realicen grandes esfuerzos, pues pueden generar una fatiga innecesaria que a su vez exacerba los síntomas de la patología. Por lo tanto, como primera medida, se propone que en el entrenamiento de fuerza-resistencia muscular, se incida en el número de repeticiones a realizar por ejercicio, en lugar de la resistencia a vencer durante el mismo.
Un segundo aspecto a tener en cuenta es la disponibilidad de recursos económicos y las posibilidades de transporte que la persona pudiera tener para acudir a un centro de rehabilitación con regularidad. En este punto, la realización de ejercicios calisténicos (realizados con el peso del propio peso y la fuerza de la gravedad como resistencia a vencer) emergen como una interesante solución, por requerir de muy poco material y poder ser ejecutados en el propio hogar.
Estos ejercicios se pueden organizar a modo de circuito, que conste de unas 8-12 estaciones (en cada estación se realiza un ejercicio diferente), en las que se trabajen los miembros superiores (por ejemplo, flexiones con las rodillas apoyadas en el suelo), el tronco (por ejemplo, haciendo abdominales ) y especialmente piernas, por ser la musculatura que más frecuentemente se ve afectada. Para estos últimos ejercicios, se proponen ejercicios como realizar sentadillas (se puede usar el respaldo de una silla para apoyar las manos en caso de inestabilidad), o subir y bajar un escalón (pueden valer las propias escaleras de casa).
Para planificar qué ejercicio hacer en cada estación y cómo realizarlos correctamente, un profesional de la actividad física puede darte pautas que se adapten a tu situación particular de tal modo que se prevenga la aparición de lesiones.
El número de repeticiones será aquel en el que la persona se encuentre cómoda, finalizando el ejercicio cuando se empiecen a notar los primeros síntomas de fatiga. Se puede descansar 15-30 segundos entre ejercicio y hacer dos vueltas al circuito, con un descanso de 3 minutos entre las mismas. Este entrenamiento se recomienda realizar al menos tres veces por semana y en días alternos. Las orientaciones son generales, pues dependen en gran medida del nivel de afectación de la persona, su edad y su experiencia previa en este tipo de entrenamientos.
Otra opción para desarrollar un entrenamiento en casa es la de emplear bandas elásticas, que permiten además realizar ejercicios sentado. Esta estrategia también es recomendable para aquellas personas con un nivel de condición física bajo. Este tipo de entrenamiento, se podría organizar también en modo circuito siguiendo las pautas anteriormente mencionadas.
Se ha de tener en cuenta que existen diferentes resistencias de las bandas elásticas y que es importante utilizar la adecuada para cada persona ya que la mayoría de las lesiones se producen por elegir mal la resistencia. Infórmate primero con profesionales y solicita que te planifiquen una rutina de ejercicios con la que puedas trabajar correctamente todos los grupos musculares.
Personas con afectación mínima pueden plantearse acudir a un gimnasio y emplear máquinas de musculación. Si es el caso, se recomienda ponerse en manos de un profesional para que asesore en el tipo de ejercicios y cómo realizarlos correctamente. No obstante, la pauta podría ser la anteriormente comentada, incidiendo en el número de repeticiones, en vez de la carga a vencer.
También, e insistiendo en que dependerá de la condición de la persona, no se deben descartar actividades como la bicicleta estática, el spinning o incluso la máquina elíptica, puesto que, pese a ser ejercicios de carácter aeróbico, también tonifican la musculatura y sirven como estímulo para fortalecer la misma.
Finalmente recordar, que en este artículo se dan recomendaciones genéricas y que no siempre serán posibles para todas las personas. Por ello, el que un profesional pueda hacer una valoración previa de la condición de la persona (niveles de fatiga, estado muscular, equilibrio, etc.) puede ser una buena idea para realizar actividad física de forma eficaz y segura.
Si quieres ver algunos vídeos de cómo ejercitar la fuerza en casa con y sin banda elástica, mira estos vídeos de EMFORMA y empieza hoy a ejercitarte.
REFERENCIAS:
Ayán, C. (2006). Esclerosis múltiple y ejercicio físico. Sevilla: Wanceulen, 1-132.
Carlos Ayán Pérez. Doctor en CC. De la Actividad Física y el deporte.