La Esclerosis Múltiple (EM) se diagnostica comúnmente en mujeres en edad fértil (1) y según estudios recientes, la mayoría de estas mujeres pueden tener hijos y amamantar sin incurrir en un mayor riesgo de recaídas durante el periodo postparto (2). Existe evidencia bien establecida en relación al efecto protector del embarazo sobre la aparición de brotes (1), pero además se ha constatado que carece de repercusión a largo plazo en la progresión de la enfermedad; esto es debido a los cambios hormonales e inmunológicos propios del embarazo (3).

En general para todas las mujeres, pero especialmente si tienen EM, la nutrición juega un papel clave antes, durante y después del embarazo, no solo para la salud de la madre, sino también para la del propio bebé (4).

NUTRICIÓN ANTES DEL EMBARAZO

La dieta mediterránea puede influir en la fertilidad mejorando la salud reproductiva (5), gracias al consumo de ciertos nutrientes y grupos de alimentos como las frutas, verduras, cereales integrales, aves y mariscos, entre otros (6).

La literatura sobre la fertilidad humana y su relación con la dieta ha ido en aumento durante la última década, coincidiendo en algunas recomendaciones:

  • La suplementación con ácido fólico o vitamina B9 (habitualmente es prescrita por el médico) es recomendable para cualquier mujer que quiera quedarse embarazada ya que ha demostrado ser eficaz en la prevención de los defectos del tubo neural del feto (alguno de los más conocidos es la espina bífida). También se ha asociado su ingesta a una mayor fertilidad, menor riesgo de aborto, así como mayor éxito en el tratamiento de la infertilidad (6). A través de la alimentación podemos encontrar esta vitamina principalmente en verduras de hoja verde, espárragos, aguacate, brócoli o semillas de girasol, entre otros.
  • El déficit en vitamina D se ha asociado tanto a la Esclerosis Múltiple (7) como a la infertilidad (6). Por lo que el consumo de esta vitamina a través de la alimentación (yema de huevo, lácteos enteros y pescado azul, entre otros) o de la suplementación (si existe un déficit), es fundamental para la mujer que busca el embarazo.
  • Los ácidos grasos omega 3 además de que podrían tener alguna implicación en la actividad de la EM (8), también parecen mejorar la fertilidad femenina (6). Estos ácidos grasos principalmente los podemos encontrar en el pescado azul (caballa, arenque o sardinas), los frutos secos o las semillas.

NUTRICIÓN DURANTE EL EMBARAZO

Una alimentación saludable, suficiente, equilibrada y variada es la mejor recomendación para prevenir alumbramientos prematuros e incluso problemas ligados al desarrollo del recién nacido, como el bajo peso/talla o la resistencia a infecciones (9).

Los objetivos relacionados con la alimentación durante este periodo serán:

  • Evitar un excesivo aumento de peso. La ganancia de peso recomendada sería entre 9 y 12 kilos para mujeres que tienen normopeso. En general, la obesidad y el sobrepeso aumentan el riesgo de complicaciones durante el embarazo y en mujeres con EM podría condicionar el manejo de la fatiga. Para evitar un aumento excesivo de peso, se recomienda una dieta equilibrada y ejercicio físico adaptado a la etapa fisiológica y a las necesidades individuales.
  • Cubrir las necesidades propias de la mujer en función de las demandas de macro y micronutrientes. En la mujer con EM, se debe prestar especial atención a ciertos nutrientes, como por ejemplo la vitamina D.
  • Satisfacer las exigencias nutritivas debidas al crecimiento fetal.
  • Preparar al organismo materno para afrontar el parto en cuanto a las necesidades de hierro se refiere.
  • Promover y facilitar la futura lactancia.

¿Qué hay que tener en cuenta?

  • Energía: aumentar de forma progresiva a partir del cuarto mes entre 100-300 kcal/día.
  • Hidratos de carbono: controlar los azúcares y fomentar los alimentos integrales para prevenir el estreñimiento, consecuencia muy común del embarazo y frecuente en pacientes con EM por la posible disminución de tono muscular del intestino (9).
  • Proteína: aumentar los requisitos a 1,5 g/kg/día.
  • Minerales: aumentar el aporte de calcio, yodo, fósforo, magnesio y en el tercer trimestre de hierro. En ocasiones el médico puede considerar necesaria la suplementación si no se consiguen niveles óptimos. Los alimentos aconsejados son los lácteos, frutos secos, verduras, frutas y marisco.
  • Vitaminas: aunque la suplementación de compuestos o complejos vitamínicos puede resultar innecesario, en mujeres con EM hay que cuidar especialmente que los requerimientos de vitamina D y ácido fólico estén garantizados. También cabe destacar el papel de las vitaminas C, B1, B2, A y E en la formación del feto (10), por lo que su ingesta a través de la alimentación tiene que ser considerada. Estas vitaminas están presentes en frutas, verduras, frutos secos o aceite de oliva.

NUTRICIÓN DESPUÉS DEL PARTO (LACTANCIA)

La lactancia es un periodo que implica en las mujeres la necesidad de aumentar sus aportes nutricionales como consecuencia del esfuerzo metabólico en la producción de leche y las demandas de energía y nutrientes del bebé (10).

Una dieta deficitaria en nutrientes durante la lactancia puede provocar desnutrición en la madre y afectar tanto a la cantidad como a la calidad de leche producida, debido a que su composición láctea depende de la alimentación materna y sus reservas nutricionales (10).

En la mujer con EM, la lactancia es posible en muchos casos (2) y diversos estudios han constatado una menor cantidad de brotes en las mujeres que optaron por amamantar a sus hijos (3). Sin embargo, serán el médico y la madre los que valoren el riesgo-beneficio de reanudar un tratamiento farmacológico para la EM y en caso de reanudarlo, sopesar los beneficios de dar el pecho (2,3).

No obstante, si la madre decide no amamantar, tiene que estar tranquila por la crianza del recién nacido ya que actualmente las fórmulas infantiles satisfacen completamente las necesidades nutritivas del lactante para garantizar su correcto desarrollo.

Si finalmente se opta por la lactancia materna, habrá que tener en cuenta (9):

  • Energía: se debe aumentar unas 500kcal diarias/día.
  • Proteína: la madre necesitará aumentar la cantidad unos 2 gramos/kg/día.
  • Minerales: en este periodo existe una gran demanda de calcio y fósforo en particular, por lo que habrá que asegurar su suficiente aporte a través de alimentos como los lácteos, el pescado o el huevo.
  • Vitaminas: las necesidades no varían con respecto a la gestación.
  • Agua: necesitará beber de 2 a 3 litros/día.

Hace algunas décadas se desaconsejaba el embarazo en mujeres con EM, pero hoy en día sabemos que una mujer con EM puede ser madre -si así lo desea-, contando con el asesoramiento de su neurólogo y llevando a cabo una adecuada planificación familiar (3). Además de ello, es recomendable tener en cuenta que los cambios fisiológicos que se producirán en su organismo podrán variar sus necesidades nutricionales, por lo que la alimentación jugará un papel fundamental en el mantenimiento de su salud y en el desarrollo del bebé.

REFERENCIAS:

  1. Nguyen, A. L., Eastaugh, A., van der Walt, A., & Jokubaitis, V. G. (2019). Pregnancy and multiple sclerosis: Clinical effects across the lifespan. Autoimmunity reviews18(10), 102360. https://doi.org/10.1016/j.autrev.2019.102360
  2. Langer-Gould A. M. (2019). Pregnancy and Family Planning in Multiple Sclerosis. Continuum (Minneapolis, Minn.)25(3), 773–792. https://doi.org/10.1212/CON.0000000000000745
  3. Oreja-Gevara, C., Costa-Frossard, L., Lafuente, P. (2017). 100 Respuestas clave. Planificación familiar y esclerosis múltiple. Ediciones Mayo.
  4. Karayiannis, D., Kontogianni, M. D., Mendorou, C., Mastrominas, M., & Yiannakouris, N. (2018). Adherence to the Mediterranean diet and IVF success rate among non-obese women attempting fertility. Human reproduction (Oxford, England)33(3), 494–502. https://doi.org/10.1093/humrep/dey003
  5. Gaskins, A. J., & Chavarro, J. E. (2018). Diet and fertility: a review. American journal of obstetrics and gynecology218(4), 379–389. https://doi.org/10.1016/j.ajog.2017.08.010
  6. Bivona, G., Gambino, C. M., Iacolino, G., & Ciaccio, M. (2019). Vitamin D and the nervous system. Neurological research41(9), 827–835. https://doi.org/10.1080/01616412.2019.1622872
  7. Bjornevik, K., Myhr, K. M., Beiske, A., Bjerve, K. S., Holmøy, T., Hovdal, H., Midgard, R., Riise, T., Wergeland, S., & Torkildsen, Ø. (2019). α-Linolenic acid is associated with MRI activity in a prospective cohort of multiple sclerosis patients. Multiple sclerosis (Houndmills, Basingstoke, England)25(7), 987–993. https://doi.org/10.1177/1352458518779925
  8. Cervera, P., Clapés, J., Rigolfas, R. (2004). Alimentación y dietoterapia. Mc Graw hill-interamericana. 4ª edición.
  9. Mataix, J. (2005). Nutrición para educadores. Fundación Universitaria Iberoamericana, 2ª Edición.

Marta Lorenzo. Nutricionista