Las emociones son respuestas de nuestro cerebro a las diferentes situaciones que vivimos. En este sentido, la ansiedad es una respuesta emocional muy frecuente y generalmente compleja de gestionar, que aparece cuando percibimos dificultades, pero no encontramos las herramientas para afrontarlas eficazmente.

La ansiedad es una emoción frecuente entre las personas que padecen Esclerosis Múltiple (EM) y puede aparecer en cualquier momento de la enfermedad: tanto en el diagnóstico ante la incertidumbre o la desinformación como en el curso de la enfermedad (por la fatiga, los quehaceres diarios, los cambios que van surgiendo…) (1). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ansiedad es un sentimiento de excesiva aprensión, preocupación o miedo sobre acontecimientos o situaciones presentes o futuras.

Todas las personas gestionamos emociones, y en algunos casos, incluso sin ser conscientes de que lo estamos haciendo. Lo que parece claro es que, para hacer una correcta gestión de la ansiedad, es muy importante detectarla y conocer qué factores nos están llevando a sentirla. A algunas personas con EM les puede ocasionar malestar emocional los cambios en el ámbito laboral, otras personas pueden estar anticipando posibles secuelas de la enfermedad o a otra puede angustiarle las modificaciones en su sistema familiar (2).

Descubrir que lo que me pasa se llama ansiedad e identificar cuáles son los factores que, en mi caso, pueden estar provocándola, es esencial para un correcto afrontamiento de la misma.

Proceso de aceptación en Esclerosis Múltiple

Una vez que esta parte está definida, nos haríamos la siguiente pregunta: ¿qué puedo hacer por sentirme mejor? En función de lo que a cada uno le esté generando ese nivel de malestar, podemos plantearnos si hay algo que esté en nuestra mano para mejorar la situación. En el caso de que así sea, ocuparnos de ello en lugar de aplazarlo es una buena opción. Si se trata de algo que no depende de nosotros mismos, lo ideal sería hacer un proceso de aceptación, aprendiendo a convivir con aquello que nos está causando malestar.

En este sentido, puede que, por ejemplo, tener revisiones médicas cada cierto tiempo te genere malestar. Sin embargo, se trata de algo necesario para tu salud, por lo que es importante hacer un trabajo de asimilación y aceptación. Puedes trabajar en la línea de “sé que me cuesta, pero es una muy buena forma de cuidar mi salud.” Respecto a cuestiones que sí que pueden estar en tu mano, si por ejemplo sientes cierta aprensión a salir a la calle, puedes proponerte pequeñas metas (poco tiempo, cerca de casa, pidiendo a alguien que esté atenta a su móvil por si necesitas algo…) e ir poco a poco ampliando estas situaciones.

En cualquier caso, hay una cosa que SIEMPRE podemos hacer para mejorar nuestro nivel de ansiedad: cuidar los hábitos. Mantener un descanso adecuado, una alimentación saludable, practicar actividades de ocio o hacer actividad física va a contribuir a un estado de ánimo más positivo.

Beneficios psicológicos de la actividad física en Esclerosis Múltiple

Existe una amplia evidencia científica respecto a los beneficios psicológicos de la actividad física (mejora de la autoestima, sentimientos de bienestar…) tanto en población general como en población con síntomas emocionales (ansiedad, depresión…) suponiendo un complemento esencial en el tratamiento de estas patologías. Las personas que practican AF de forma regular experimentan bienestar durante y después del ejercicio (3).

Sin embargo, a veces estas pautas resultan escasas cuando el nivel de malestar es muy elevado. Si no estás descansando bien, te sientes desmotivado ante una gama importante de actividades o tus pensamientos negativos ocupan una parte importante de tu día a día, pedir ayuda profesional sería muy adecuado. La psicoterapia es muy buen recurso para estas situaciones.

En conclusión, los síntomas ansiosos son frecuentes en personas con Esclerosis Múltiple en las diferentes etapas de la enfermedad. Analizar y descubrir cuál es la causa de la ansiedad puede ayudar a realizar una mejor gestión de la misma. Como complemento esencial, la práctica regular de actividad física contribuye a la reducción de estos síntomas.

Referencias:

  1. Barragán, A.B; Martos, A.; Simón, M. M.; Molero, M. M.; Pérez Fuentes, M. C. y Tortosa, B. M. 2021. Perspectivas y análisis de la salud para la mejora del bienestar. Ed. Dykison. Disponible en  https://accedacris.ulpgc.es/bitstream/10553/113867/1/Libro.pdf#page=139
  2. Aguilar-Falomir, J., Álvarez, I.; Balmaseda-Álvarez, M. C.; Blasco, V. y Gil-Juliá, B. (2019) Implicaciones psicológicas de la esclerosis múltiple. Un estudio preliminar. Agora de salut. Vol. VI.  Disponible en http://repositori.uji.es/xmlui/bitstream/handle/10234/185561/01_Aguilar%2c_A%cc%81lvarez….pdf?sequence=1&isAllowed=y
  3. Márquez, S. (1995). Beneficios psicológicos de la actividad física. Revista de psicología general y aplicada 48 (1). Disponible en https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2378944.pdf

Celia RamosPsicóloga