Actividad física y Esclerosis Múltiple

En personas con Esclerosis Múltiple (EM), es posible que la depresión aparezca como respuesta psicológica al diagnóstico de la enfermedad. Será importante diferenciar entre si se trata de un cuadro depresivo o si es una respuesta emocional normal de adaptación y aceptación tras el diagnóstico, ya que ambas situaciones pueden incluir síntomas similares (1).

Asimismo, dentro del proceso de la enfermedad, en ocasiones se confunden síntomas de la depresión (como son la apatía, la disminución de energía y la falta de motivación) con la fatiga propia de la Esclerosis Múltiple, y para la que la actividad física es el mejor antídoto junto con la gestión emocional de los factores psicológicos que están en su origen o en el aumento de la misma (2).

En este sentido, para una persona recién diagnosticada, será esencial poder realizar actividad física por todos los beneficios que se mencionan a continuación y, además, por suponer una implicación y disposición activa de la persona en el proceso de cuidado de su cuerpo. 

Beneficios de la actividad física en EM

En primer lugar, y aludiendo a una parte más física, hacer actividad física de manera regular ayuda a mejorar el estado de ánimo y a combatir los síntomas de depresión. Esto se produce al aumentar la producción de endorfinas y serotonina, sustancias naturales del cerebro que reducen la sensación de dolor y los niveles de cortisol, y mejoran nuestra sensación de bienestar (3-5).

También, en la depresión es frecuente la rumiación constante de pensamientos negativos que se retroalimentan entre sí y que mantiene a la persona en un mismo estado de ánimo bajo y cargado de tristeza, frustración y desesperanza. Al realizar actividad física y poder centrar su atención en la realización de los movimientos que requiera la misma, se puede parar el ciclo de pensamientos y conectar con una experiencia placentera, más aún, en el caso de hacerlo en un grupo y añadir entonces el refuerzo social que conllevaría. Volver a conectar con el placer y el disfrute en la depresión también es una forma de combatir los síntomas de la misma (6).

Por otro lado, la realización de actividad física puede ayudar a mejorar la autoestima y la confianza, ya que cuando la persona cumple las metas que se propone, se siente mejor consigo misma. Asimismo, se vence la inactivad que caracteriza a la depresión, así como la falta de ganas o de motivación que, en muchas ocasiones, puede desembocar en un abandono de la tarea (7,8).

Además, ayuda a combatir la desesperanza que a menudo acompaña al sentimiento de “no ser capaces de salir adelante” al verse frustrados sus intentos de continuar con su vida sin que la depresión interfiera. De esta manera, comprobar que es capaz de realizar la actividad física que se propone junto con el resto de beneficios que acompaña al deporte, puede servir de impulso para sentirse capaz de llevarlo a otras áreas de su vida (8,9).

Igualmente, a esto habría que añadir la sensación de vitalidad y bienestar que resulta de activar el cuerpo. Teniendo en cuenta que en la depresión hay una disminución de la energía y cualquier tarea se presenta por tanto como un gran esfuerzo que requiere una energía vital de la que no se dispone, tener una mayor disposición energética como consecuencia de esta actividad física puede ayudar a que otras tareas puedan realizarse con menor esfuerzo, consiguiendo así un efecto positivo en cadena (2).

El estrés, la ansiedad y la alteración de las emociones se correlaciona a menudo con la aparición o aumento de la intensidad de los síntomas. La actividad física influiría mejorando el estado de ánimo y podría formar parte del tratamiento preventivo enfocado en el autocuidado (10).

Motivos para realizar actividad física con EM

Sin embargo, y en relación con todo lo anterior, es importante tener en cuenta que la motivación y el propósito o intención que esté detrás de la realización de actividad física será un factor determinante para obtener todos los beneficios mencionados. Y aquí hemos de incluir una pregunta clave: ¿desde dónde hago deporte?, ¿desde el miedo a la enfermedad o desde el deseo de cuidarme a todos los niveles? Puede parecer que se haría lo mismo, pero será completamente diferente. Estamos muy acostumbrados en general a que el miedo sea el motor de nuestras decisiones y de nuestras acciones.

No obstante, realizar deporte por miedo a que la enfermedad avance o tenga una mayor repercusión si no se realiza, puede llevar a la persona a considerar la actividad física como una obligación que el miedo le impone, con el consecuente sentimiento de pesar al realizarlo, y de culpa que se derivará del no cumplimiento de “lo que tiene que hacer si quiere evitar lo que teme”. Además, si éste es el motivo de la actividad, será más difícil conectar con el placer al ser una tarea que ahora lleva tanta carga emocional y que está enfocada en lo que se quiere evitar en vez de en lo que se quiere conseguir.

Cuando se realiza actividad física desde el deseo de cuidarse tanto a nivel físico como a otros niveles, se puede adquirir una disciplina que nace de la voluntad y el compromiso de encontrarse mejor. Cuando la motivación nace del amor a uno mismo (en vez de por miedo a lo de fuera), la fuerza y el poder que acompaña a la realización de dicha tarea siempre será mucho mayor que cuando el motor es el miedo.

Teniendo en cuenta que en la depresión está muy presente el miedo (manifestado a través de sus diferentes síntomas) sería contraproducente realizar actividad física desde un miedo que, si se convierte en motor, disminuirá los beneficios que la realización de actividad física podría tener cuando se realiza desde el cuidado, y podría seguir retroalimentando el estado de depresión, con todas las implicaciones y efectos que conlleva dentro del proceso de la EM.

Con esto quizá podríamos plantearnos en cuántas ocasiones tratamos de motivar o invitar a un cambio tanto en nuestros procesos como en el de otras personas a través de conectar con el miedo a posibles consecuencias no deseadas, en vez de como un acto de cuidado y de amor hacia sí.

Por todo ello, si estás pensando en realizar actividad física, pero te falta un empujón, recuerda que en las asociaciones de pacientes puedes encontrar profesionales que te ayuden y guíen en este proceso; además de otras personas con EM que pueden compartir contigo su experiencia en relación con la actividad física y la Esclerosis Múltiple.

Referencias

  1. Boeschoten, R. E., Braamse, A. M. J., Beekman, A. T. F., Cuijpers, P., van Oppen, P., Dekker, J., & Uitdehaag, B. M. J. (2017). Prevalence of depression and anxiety in Multiple Sclerosis: A systematic review and meta-analysis. Journal of the neurological sciences372, 331–341. https://doi.org/10.1016/j.jns.2016.11.067.
  2. Razazian, N., Kazeminia, M., Moayedi, H., Daneshkhah, A., Shohaimi, S., Mohammadi, M., Jalali, R., & Salari, N. (2020). The impact of physical exercise on the fatigue symptoms in patients with multiple sclerosis: a systematic review and meta-analysis. BMC neurology20(1), 93. https://doi.org/10.1186/s12883-020-01654-y
  3. Kandola, A., Ashdown-Franks, G., Hendrikse, J., Sabiston, C. M., & Stubbs, B. (2019). Physical activity and depression: Towards understanding the antidepressant mechanisms of physical activity. Neuroscience and biobehavioral reviews, 107, 525–539. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2019.09.040
  4. Motl R. W. (2020). Exercise and Multiple Sclerosis. Advances in experimental medicine and biology1228, 333–343. https://doi.org/10.1007/978-981-15-1792-1_22
  5. Moyers, S. A., & Hagger, M. S. (2023). Physical activity and cortisol regulation: A meta-analysis. Biological psychology179, 108548. https://doi.org/10.1016/j.biopsycho.2023.108548
  6. Di Liegro, C. M., Schiera, G., Proia, P., & Di Liegro, I. (2019). Physical Activity and Brain Health. Genes10(9), 720. https://doi.org/10.3390/genes10090720
  7. García, A., Marín, M. & Bohórquez, M. (2012) Autoestima como variable psicosocial predictora de la actividad física en personas mayores. Revista de Psicología del Deporte, 21(1),195-200.
  8. Mikula, P., Timkova, V., Fedicova, M., Szilasiova, J., & Nagyova, I. (2021). Self-management, self-esteem and their associations with psychological well-being in people with multiple sclerosis. Multiple sclerosis and related disorders53, 103069. https://doi.org/10.1016/j.msard.2021.103069
  9. Timkova, V., Mikula, P., Fedicova, M., Szilasiova, J., & Nagyova, I. (2021). Psychological well-being in people with multiple sclerosis and its association with illness perception and self-esteem. Multiple sclerosis and related disorders54, 103114. https://doi.org/10.1016/j.msard.2021.103114.
  10. Halabchi, F., Alizadeh, Z., Sahraian, M. A., & Abolhasani, M. (2017). Exercise prescription for patients with multiple sclerosis; potential benefits and practical recommendations. BMC neurology17(1), 185. https://doi.org/10.1186/s12883-017-0960-9


Silvia Díaz
Psicóloga