El yoga terapéutico puede mejorar algunos de los síntomas de la Esclerosis Múltiple como la fatiga o el dolor.
Aunque la práctica de ejercicio físico es una de las principales recomendaciones a tener en cuenta en el proceso de rehabilitación de la Esclerosis Múltiple (EM), no todas las personas se sienten motivadas hacia la misma. Factores como el no haber realizado deporte habitualmente, experimentar una elevada fatiga o presentar problemas de movilidad pueden hacer que la persona no sea capaz de integrar la práctica de ejercicio en su día a día.
Como posible alternativa, se ha planteado el realizar actividades que se entroncan dentro de lo que se podría denominar “mindfulness”, caracterizadas por centrarse en la percepción de la propia consciencia corporal, combinando ejercicios de relajación y respiración, a la vez que se realizan movimientos suaves y controlados. Bajo esta filosofía, algunos programas de ejercicio basados en la práctica del Chi Kung (Quigong) o Tai-Chi han demostrado ser beneficiosos en personas con EM1,2.
En esta línea, el yoga terapéutico podría ser considerado como un tipo de práctica que podría tener similar utilidad y beneficios. Esta modalidad recoge los principios fundamentales sobre los que se edifica el yoga (unión cuerpo-mente) y desarrolla una serie de ejercicios posturales y de respiración que pueden tener beneficios en diferentes síntomas, algunos de los cuales están presentes en la EM, especialmente aquellos asociados con la percepción de sensaciones (fatiga, dolor, ansiedad) y con disfunciones relacionadas con ausencia de fuerza y control en la musculatura profunda (actividad sexual, control de esfínteres, etc)3.
El principal obstáculo que se puede considerar hacia esta práctica es el coste de la misma, dado que la persona que dirija el entrenamiento debe ser alguien experimentado y debidamente cualificado. Además, el yoga no se podrá realizar de manera autónoma en el hogar de manera eficaz, hasta haber realizado un número considerable de sesiones de iniciación.
El yoga terapéutico puede ser una estrategia rehabilitadora en la Esclerosis Múltiple.
Sin embargo, sus múltiples beneficios, la ausencia de recursos materiales y el hecho de que a la larga se convertirá en una actividad que se podrá realizar de forma independiente una vez se hayan integrado sus principios, posiciones y el debido control respiratorio, la convierten en una estrategia rehabilitadora a considerar.
De acuerdo con investigaciones realizadas en personas con EM, las sesiones de yoga dirigidas a las mismas podrían constar de tres fases, una primera centrada en la realización de movimientos lentos y progresivos, una segunda de control de la respiración y una tercera de concentración.
La primera parte puede incluir al menos cuatro movimientos ejecutados suavemente en posición supina (boca arriba) en la que la persona debe centrar su atención en la percepción de una parte del cuerpo y acompasar la respiración con el ejercicio. Por ejemplo, el paciente puede centrarse en la planta del pie, tratar de percibir sensaciones que procedan de la misma (frío, calor, tensión…) y movilizar la articulación del tobillo, mientras realiza respiraciones profundas y relajantes. Estas sesiones pueden tener una duración de 40 minutos4.
Otros autores recomiendan el empleo de posiciones clásicas de yoga, pero adaptadas a las posibilidades de la persona. Pueden realizarse, en el suelo, en una silla, o ayudándose de una pared5. Las posiciones se mantienen durante unos 10 segundos, y se intercala un descanso de 30-60 segundos entre las mismas.
Se aconseja finalizar las sesiones con ejercicios de relajación progresiva y repasar y ejecutar las posiciones aprendidas en el hogar, de manera autónoma.
Previsiblemente, tras la realización de dos sesiones por semana durante tres meses, pueden experimentarse mejoras en la autonomía de la marcha, gracias a una mejor percepción de la fatiga y a una mayor sensación de equilibrio.
En definitiva, aunque los efectos del yoga no se considera que sean superiores a los derivados de la práctica de ejercicio físico, si se conoce que es una actividad de muy bajo riesgo, motivante y atractiva, por lo que las personas se adhieren a su práctica de manera regular. Son estos motivos suficientes como para sopesar la idea de incluir el yoga como una actividad más dentro del proceso de rehabilitación física que debe acompañar a la enfermedad.
REFERENCIAS:
- Burschka, J. M., Keune, P. M., Hofstadt-van Oy, U., Oschmann, P., & Kuhn, P. (2014). Mindfulness-based interventions in multiple sclerosis: beneficial effects of Tai Chi on balance, coordination, fatigue and depression. BMC Neurology, 14(1), 165.
- Gotta, M., Mayer, C. A., & Huebner, J. (2018). Use of complementary and alternative medicine in patients with multiple sclerosis in Germany. Complementary Therapies in Medicine, 36, 113-117.
- Rogers, K. A., & MacDonald, M. (2015). Therapeutic yoga: symptom management for multiple sclerosis. The Journal of Alternative and Complementary Medicine, 21(11), 655-659.
- Najafidoulatabad, S., & Mohebbi, Z. (2014). Yoga effects on physical activity and sexual satisfaction among Iranian women with multiple sclerosis: a randomized controlled trial. African Journal of Traditional, Complementary and Alternative Medicines, 11(5), 78-82.
- Guner, S., & Inanici, F. (2015). Yoga therapy and ambulatory multiple sclerosis assessment of gait analysis parameters, fatigue and balance. Journal of Bodywork and Movement Therapies, 19(1), 72-81.
Carlos Ayán Pérez. Doctor en CC. De la Actividad Física y el deporte.